Presentación libro “Naufragar en espirales”

PROEMIO

Cuando el verso inaugura el poema, este es algo así como un criptograma que alberga como la valva de una ostra, la gema forma que es nada más y nada menos que su contenido significado. Así nomás de visible/invisible, así nomás de esencia sustancial.

Tal la órbita de este poemario que abre sus formas capullos en espiralados sonidos aromas. La forma poética discurre, se despliega, ondula, retorna y se abre y dice, fónica y significativa y ritma entre la sucesión y la pausa, entre la brevedad sugerente que se adentra y puntúa y el espacio significante (silencio sonoro) y vuelve a abrirse cada vez-en cada página siguiente-en la concentración vibrátil que acentúa otro juego espiralado. Y así ES.

Y por eso el paratexto activo, título emblemático y paradigma, con ese verbo en modo infinitivo que no hace, que no conjuga pero es y hace hacer espirales al poema, a los poemas, a su vida-esencia dinámica porque supera la cerrazón de todo círculo y se abre siempre Fénix, renaciendo de sus cenizas en cada uno, en cada topos/poema, que es al mismo tiempo cronos y es camino.

Naufragar en espirales (valga el oxímoron) es navío y es zozobra y es la apariencia de un fracaso. Es aprender zozobrando y volver a nacer:es esperanza. Por eso dice: “(…)exorcizar la pérdida y continuar./Partir y volver a partir siempre”. “(…) La cámara inicia el vuelo/renace bajo la luz estacionaria del ocaso.” “(…) Náufrago/poeta: descubridor de islas en tierra firme”.

Naufragar en espirales es agua vital, líquido amniótico prenatal y es parto: nacer como naufragio, y vida posnatal como camino trascendente: espiral/es: poesía en los poemas, en el poemario. Gracias, poeta. Gracias, Marcela Galván.

Kelly Gavinoser  (2016)